La doctrina espiritual de San Juan Bautista de la Salle y los fundamentos de la pedagogía holística y conceptual priman en los agentes educativos al promover el apoyo a los estudiantes con dificultades tanto actitudinales como aptitudinales, buscando así que la persona genere conocimientos y valores que orienten su vida.
El proceso educativo en concordancia con lo dispuesto desde las instancias gubernamentales define y acompaña los pasos de los integrantes de la comunidad educativa desde el instinto hacia el amor, desde el conocimiento sensible hacia la inteligencia y desde el determinismo hacia la libertad.
La educación lasallista exalta la inteligencia y los valores del hombre; cree en su futuro; promueve la alegría y la vitalidad y favorece el crecimiento y la participación de la comunidad educativa con un espíritu cristiano personalizador.
El dinamismo del proceso educativo depende de la interacción coordinada de sus elementos y de la capacidad dialogal de sus responsables para construir en comunión y participación una comunidad educativa inclusiva.
En el desempeño de su ministerio educativo los educadores lasallistas disciernen con criterio evangélico de los valores de la cultura local, las aspiraciones profundas de cada ambiente, los signos y llamadas del espíritu; analizan las raíces de la pobreza la injusticia y de la violencia y se evangelizan entre sí, para promover el desarrollo de la sociedad.
Aspira a ser una fuerza viva, capaz de contribuir a la orientación de nuestra sociedad. Se muestra atenta a las necesidades de la sociedad en la que son indispensables muchos cambios para instaurar en ella una mayor justicia y lograr la paz.